Es dificil contactar a la persona a la que hay que pagarle para irse a Curazao en las “rápidas”. A Jóvito le costó. Tuvo que hacer puentes con quienes lo conocían y que a su vez, “lo recomendaran”. “No fue fácil”, dice su novia, “esa gente teme que los denuncien y los pongan presos”. Del grupo, la madre de Jóvito es la única que dice que si ella supiera quién está a la cabeza de esas actividades, la hubiese denunciado. Auri Chirinos dice que le preguntó a su hija quiénes eran las personas que los llevaban.
Sin trabajo, sin poder comprar comida y sin opciones de tener lo básico para el presente. Cuentan los familiares que en la casa comer ya no era un hábito. No les importa correr el riesgo de morir si hay, al menos, una opción para salvarse del hambre. La vela del Coro, Venezuela “O comemos o compramos pañales”: Auri Chirinos. Madre de Jeanauri Guadalupe Jiménez Chirinos de 18 años. Murió en el accidenteAuri Chirinos muestra la foto de su bella hija de 18 años. El pasaporte a una mejor vida se convirtió en muerte y luto. Habla de su hija en presente.
Nunca le dijo nada. “Yo le preguntaba: Hija, ¿quién hace eso? ¿Con quiénes se van? ¿Quiénes son? Ella solo me decía: Mami, quédate quieta, yo estoy bien”. Pero se le quiebra la voz, y asienta con la cabeza cuando se le pregunta si tiene miedo. El misterio que hay con quiénes los llevan y a quiénes hay que contactar para viajar es porque obviamente eso es algo ilegal y si esa información se filtra los buscan y los pueden detener. Nereida dice que desconoce quiénes son los que llevan y traen.
“Despues de eso, todos quisieron hablar”. La Cruz Roja Internacional está prestando ayuda para que se aclare la situación. Los delegados de la organización convocaron a los familiares para que contaran sobre cada caso y ayudar a solventar la incertidumbre. Pidieron fotos, querían saber todo. Nadie hablaba en ese primer encuentro el 1º de febrero. Alguno soltó con voz bajita que tenía miedo. Entonces fue cuando la madre de Jóvito se levantó y les dijo: “Yo también tengo miedo, pero el miedo que yo tengo en este momento es no saber de mi hijo y si pudiera empapelar toda la isla con sus fotos lo haría, sin importarme que lo pongan preso, que es mejor porque sé que está vivo”. Los nombres de los que están detenidos se desconoce. Eso no lo han hecho público ni el Gobierno de Curazao, ni el de Venezuela.
A mi hermana le dijeron que su esposo había muerto y le dijeron que el mío no lo habían encontrado”. En la casa de Nereida hay luto permanente. Perdió un hijo, murió su cuñado y su esposo está desaparecido. Y vuelve sobre lo que le preocupa, lo que se le mezcla con el miedo y la tristeza. “Yo pienso en esa deuda, ¡Dios mío! El que se los dio prestados no ha ido a cobrar, yo pienso cómo hacer para pagarlos.
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Pero hay un tema que nadie toca. Un tema para el que tienen la boca cosida. Hacen gestos de temor, bajan la cabeza. Nadie habla de quiénes son los que contactan a la gente, nadie dice quiénes son los transportistas. Un comerciante de Maicao, La Guajira, que constantemente se mueve por el estado Falcón, asegura que a esa zona han llegado personas que trabajan en el traslado de migrantes por el mar. “Conocí a uno que vino de Europa. Pero también hay gente que se dedica a otras actividades ilegales y usan a la gente para camuflar esos asuntos, incluso engañándolos ahora que todos quieren salir para sobrevivir”.
Jeanauri pertenecía a un grupo de formación de ideologías de los militantes del partido y el grupo participaba de las jornadas para sacar el “Carnet de la Patria”, otra de las modalidades con las que emplea el Gobierno de Venezuela para otorgar beneficios como comida, vivienda, o bonos. La idea de que quien trabaja con el Gobierno vive mejor, no se cumplía en Jeanauri. Pese a ello su madre se sigue preguntando: “No sé quién le habría metido en la cabeza eso de irse”.
El negocio es aprovecharse de la necesidad de la gente. Cuando se nombra al pueblo San José de la Costa a todos se les refleja el miedo en la cara. Desde este pueblo del municipio Píritu en Coro, estado Falcón, salen de manera clandestina las “rápidas” hasta Curazao. Es como un pueblo fantasma. Viven de la pesca, hay poca comida, no hay carreteras de asfalto, no se lleva la cuenta del número de pobladores, regularmente no hay servicio eléctrico ni se pueden hacer pagos electrónicos. En San José de la Costa hay negocios clandestinos.
Un día, en el mercado del pueblo, algunas personas que identificaron a Iralí porque está en la lucha por saber de los desaparecidos de la tragedia le dijeron sin filtro: “Qué mala suerte la de su hijo. Mi esposa ya está en el quinto viaje, la deportan y siempre vuelve”. Por eso, en La Vela de Coro hay tres causas que repiten los que hablan del accidente: El hambre, la desesperación por no tener medicinas y la situación del país los hizo irse. El último paso de Iralí fue plantarse en la sede de la Asamblea Nacional y le habló a los diputados. Les pidió apoyo, que ayudaran a que desde Curazao no cesaran las búsquedas para poder saber de su hijo y de los otro cinco desaparecidos.
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